Nara es uno de los destinos más importantes dentro de Japón, así que dedicamos un día a visitar esta antigua ciudad de la región de Kansai que fue capital nipona entre los años 710 y 784. El principal reclamo de esta ciudad son la gran cantidad de templos que hay, todos de gran importancia debido a su antigüedad e influencia en el pasado. Para llegar a Nara, en nuestro caso desde Kyoto, tuvimos que coger el tren en la estación central (salen cada 30 minutos) y una vez en la estación de Nara, recorrer Sanjo Dori, una calle bastante animada hasta llegar a Nara-koen, el gran parque que hace de recinto de todos los templos importantes.
Una vez dentro del recinto, otra de las cosas que llama la atención es la cantidad de ciervos sica que hay campando a sus anchas, la mayoría de ellos como narcotizados, supongo que por el calor asfixiante, total que si te gustan los animalicos, es un buen sitio para acariciar alguno de estos cérvidos incluso alimentarlos comprando un paquete de galletas especiales para ellos (timo-turistada). Eso si, hay que andarse con ojo, que los bichos tienen la lección aprendida y en cuanto pillan a alguien con galletas se abalanzan a por ellas como si fueran una banda de pandilleros (cosa que puede entretenerte si no eres tu el agraciado).
Dejando de lado los simpáticos bambis, de los que al final te acabas cansando la principal razón para visitar Nara son su espectaculares templos. El más importante el el Todai-ji del que destaca su enorme entrada conocida como Nandai-mon y el espectacular Daibutsu-den que el edificio de madera más grande del mundo (y eso que ahora sólo es 2/3 del original) y en su interior guarda el Daibutsu, un enorme Buda de 16 metros de alto hecho con 437 toneladas de bronce y 130 kilos de oro.
Otro de los importantes templos de Nara es el Kofuku-Ji, que en su momento contaba con 175 edificios y del que ahora destacan dos pagoda, una de tres y otro de cinco pisos siendo esta última la segunda más alta de Japón. Alejados por un bonito paseo (aunque sofocante en Agosto) están los templos de Nigatsu-do y Sangatsu-do, situados en lo alto de una pequeña colina al este de Daibutsu-den y desde los que se puede disfrutar de unas bonitas vistas de Nara desde los balcones del templo.
De camino de vuelta de Nara vale la pena parar en la estación de Inari para visitar Fushimi Inari-taisha, un templo dedicado al espíritu Inari muy conocido por la representación de los kitsune, unos zorros mensajeros de la deidad. Lo más representativo. En sí el lugar es muy llamativo s repletos de Toriis, los arcos rojos donados como ofrenda por personas que pedían éxito en sus negocios a Inari. Estos senderos repletos de toriis se hicieron muy famosos gracias a una escena de la película Memorias de una Geisha.
En sí el lugar es muy llamativo y perderse por los senderos resulta es entre espectacular y místico, hay mucha gente pero acabas por encontrarte bastante a solas escuchando los sonidos del monte de Inariyamakanyuchi en que se encuentra, es sin duda una de las mejores experiencias que se viven en un santuario e templo en Japón. Hacer una ofrenda a Inari y dejar tus pregarias en uno de los santuarios de Japón es algo que hay que hacer y Fushimi Inari-taisha es el lugar perfecto para hacerlo.
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