Este verano por fin cumplí uno de mis sueños: hacer un viaje a Japón. Además al tratarse de una cosa totalmente inesperada como que me dió mucha más ilusón y al final ahi estábamos a principios de agosto, con un puñado de Yens, los resguardos para cambiarlos por el Japan Rail Pass y nuestros pasaportes en la mano esperando en el aeropuerto de Roma a que saliera nuestro vuelo con destino a Tokyo – Narita. Doce horas después y bien tempranito por la mañana llegábamos a la capital del imperio del sol naciente y contra todo pronóstico, en lugar de quedarnos en Tokyo, conseguimos nuestros JRPass y nos subimos en el Shikansen rumbo a Kyoto.
Cena del primer día en Japón: Ramen en la estación de Kyoto. Nom!
Antes de relatar nuestra estancia en la capital de la región de Kansai os daré un consejo: no viajeis a Japón en Agosto. Así de claro, el país es espectacular y unas vacaciones allí son inolvidables, pero el calor en este mes del verano es sencillamente insoportable, así que si lo podeis evitar, mejor que mejor!
Para empezar recordar, que Japón es un país caro y especialmente en las fechas que nos ha tocado viajar, con la crisis galopante que tenemos aqui en Europa así que en nuestro viaje nada de hoteles de lujo ni restaurantes caros pero sí lugares bueno bonito barato y consejillos para ahorrarse unos yenes.
Interior del mercado de Nishiki.
Nada más llegar a la estación central de Kyoto, con una puntualidad que tienen los trenes japoneses, que hasta asusta nos colgamos la mochila y nos pusimos a caminar hacia nuestro primer alojamiento japonés, una especie de apartamento. Se llama Guest House In Kyoto Arklead Gojohorikawa y a pesar que era de los mas baratos que reservamos no fue el peor ni mucho menos. La mar de majo y todo límpisimo, con nuestra cocinita y baño estilo japonés, ademas teníamos la estacion a unos 15 minutitos y el centro de Kyoto aproximadamente a lo mismo, por lo que fue un acierto total!
En total estuvimos en Kyoto 5 días, aunque uno de ellos lo dedicamos a visitar Nara, pero el resto de los días estuvimos en la ciudad, y es que tiene infinidad de cosas por ver, para estar una semana y más allí.
Tejado de uno de los pavellones del templo de Chion-in
Lo más destacable de Kyoto son sus templos, que hay infinitos (dicen que 1600 :S). Nosotros visitamos unos cuantos, pero si viajas en plan económico tienes que ahorrar en algun lado y que queréis que os diga, prefiero comer a entrar a visitar todos los templos de Kyoto. Evidentemente no te saltas todas las visitas, pero si que seleccionas más dónde pagar la entrada ya que todas rondan los 400-800 Yenes (4-8 €).
Como he dicho los templos y santurarios ya sean budistas o sintoistas los hay a patadas, como el de Kiyomizu-dera, uno de los primeros que visitamos y que quizá por eso me pareció tan espectacular, o el enorme Chion-in (realmente es enorme), el modesto Yasaka-jinja que está escondido en medio del parque de Maruyama-koen. Otros templos destacados son los de Heian-jingū, Nanzen-ji, Kinkaku-ji y Ginkaku-ji (estos dos últimos no los visitamos).
Realmente podrías pasarte días y días visitando todos los templos, pero entre la ruina que supondria y que hay muchas más cosas que ver, al final acabas por escoger los que más te llaman la atención de la guía y el resto los dejas para la próxima visita a Japón. 🙂
Puente de entrada a uno de los templos de Kyoto
Geishas por las calles de Gion
Pero no todo son templos en Kyoto, y es que también se puede tomar un respiro de tantos santuarios vistando el enorme castillo enmurallado y rodeado por un foso de Nijo-jo, el barrio de Gion con sus callejones de adoquines y casas antiguas donde incluso te puedes cruzar con unas auténticas geishas.
Otro atractivo de Kyoto es el Palacio Imperial, que en realidad solo se puede visitar concertando una visita, pero el parque y los jardines que lo rodean valen la pena. Tampoco hay que olvidar el mercado de Nishiki, donde venden de todo lo que te puedas imaginar y la calle de Ponto-cho, un callejón con restaurantes, que es caro pero por la noche es muy bonito.
Espectacular templo de Kiyomizu-dera
El templo de Heian-jingū
En general os puedo decir que Kyoto me encantó, una ciudad tranquila, con infinidad de cosas que ver y visitar y todas interesantísimas. Realmente fue un acierto escoger Kyoto como primera toma de contacto con Japón, encontramos que la gente es educadísima, antenta y siempre dispuesta a ayudar, a pesar de la barrera del idioma. Otra cosa a destacar fue la gastronomía: espectacular. El ramen, los fideos (soba y udon), las gyozas, el yakitori, el katsudon, el sushi, los doryakis,… vamos, era imposible acabar el día sin haber probado algo nuevo y riquísimo.
Un gran descubrimiento que hicimos en Kyoto fue la cadena CoCo – Curryhouse que hacian medios platos de arroz con curry y lo que quisieras (queso, pollo, cerdo,…) a un precio muy bueno y la también cadena de hamburgueserías MOS Burguer, que no tiene nada que ver con las hamburguesas que comemos aqui (desde burguer con salsa boloñesa a burguer con fideos o de pollo teriyaki), toda una vuelta de tuerca a las hamburguesas que tenemos aqui y que nos permitió escaparnos un poco de usar los palillos algún dia 😉
El callejón de Ponto-chō
Japoneses con kimonos tradicionales fotografiandose en Nanzen-ji.